La formación del residente no es como la educación básica; requiere autonomía, práctica supervisada y juicio clínico. La experiencia del tutor es clave, pues la cirugía se aprende operando y enfrentando casos reales. Aunque la capacitación docente es útil, no debe sobreponerse a la práctica quirúrgica, ya que un mentor con amplia trayectoria ofrece un aprendizaje significativo sin depender exclusivamente de nuevas herramientas didácticas.