La corona española impuso en América una colonización del lenguaje prohibiendo otro idioma que no fuera el castellano, por lo tanto, los dialectos de las comunidades indígenas desaparecieron. Se adoctrinaba a partir de la religión y la fuerza. Negar esto e idealizarlo con el hecho de que respondía a una necesidad práctica y a un mejor entendimiento entre españoles e indígenas es disfrazar la realidad.